Saturday, March 24, 2012

Me quiero bajar del tren



Hoy soy presa de estas calles, cada mañana avanzo por la avenida arbolada, transitada y verdosa. Trasmite paz en estos tiempos, en que todo huele a rancio. 

Termina en un parque donde los gorriones no saben de cascos militares y se permiten cantar sin que nadie acalle su hermoso lenguaje. 
Aunque ya no me fío de nada. 

Se reflejan sobre el fondo azul de la laguna y se dispersan con sus juegos mientras me quedo intentando descifrar lo que mueve toda esa alegría. He avanzado hacia la orilla donde termina la tierra y se puede apreciar la calma de unas aguas, que guardan cada vez que me asomo un pensamiento mío más. 
Allí quietas, hasta que algún barco trastoca el paisaje. 

Emerjo de nuevo y camino hacia casa, intentando dar un sentido mas a este fluir de ideas vagabundas en lo que a veces, se ha convertido mi estancia en este país. El abandono de todas mis miserias a dado paso a una floreciente actitud de querer pararme frente al mundo. 
Gritar que me he cansado de ser vapuleada a su antojo, y que me bajo de ese barco en el que no se halla jamás algún capitán o simplemente un timonel y mucho menos veo que se dirija a buen puerto. 
Por tanto, me quedo aquí, deseando que el mundo siga si quiere sin riendas y que por una casualidad me abandone en alguna isla perdida donde no me lleguen mas las noticias de su inevitable decadencia, que yo ya tengo suficiente, con buscar entre los recuerdos perdidos de un tiempo que se niega a encontrarme.

Gracias y perdón por esta ausencia. Amanece que no es poco. Mil besos.