De pajaros y hoteles.

Hay días en que trato de entender y observo a los pájaros a ver si aprendo alguna que otra técnica voladora, aparte de las que leo en los libros de aviones. 
En serio, hay días en que incluso nos quedamos mirándonos, yo fijamente a ellos y ellos a mi de refilón, sabiendo lo que pensamos cada cual.

Y entonces empiezan a hablarme del cansancio de volar a diario por el mundo y yo no comprendo cómo puede cansar eso, cansado es caminar, coger el autobús, pelearse por el asiento de al lado y hasta conducir es cansado, porque te vas encontrando mequetrefes en cada vuelta de esquina, bueno, eso cuando la mequetrefe no es una servidora.

Eso por el aire no pasa.

Me causa admiración esa manera que tienen de mirarnos, sin hacerlo fijamente nunca y sin parar de hablar (piar). Como si los oyera...: "Lleváis siglos intentando pareceros a nosotros, conquistar el cielo y los aires (estrellándonos casi siempre) y sin embargo aun seguís dando tumbos en la tierra." (risitas en el idioma pajaril). 

Suelo ir a diario a un hotel que se han montado en casa de unos vecinos, a ver si me gano su confianza y me ensenan a volar o a pilotar el barco volador.

Aunque para eso, creo que tendría que hacer una reunión de peces y pájaros. 
A ver como los junto porque... bueno, mejor las gaviotas descartadas.