Volando voy, volando vengo...

Ayer fue el cumpleaños de mi madre, no fue un día especial si no mencionamos que hablé con ella por teléfono y mientras la tristeza se me iba enraizando en el alma, la fortaleza de mi madre la iba degollando en cada sonido con su voz. Que mujer! 

Y digo yo... (que ya me lo decía ella hace siglos...) 

A quien habré salido? No lo sé, es un enigma.

Y es que la escucho hablar a sus años y pareciera que ya sabe que he contado con ella para irnos por ahí en nuestro artefacto volador...que la sobran ganas para saltarse a la torera los miles de kilómetros que nos separan y que a mí me están haciendo un agujero considerable en el estómago, para que engañarnos.  Que su sonrisa es mi despertador, ósea, la luz que entra por la ventana cada mañana y que me obliga a levantarme a regañadientes pero que después cuando la miro mejor me parece la luz más hermosa del mundo. La echo de menos, se nota verdad?

De hoy, solo deciros que me he tirado una hora parada dentro del coche porque el dichoso puente decidió que su mecanismo se iba a tomar un descanso y no queria bajar. 

En el fondo me he reído mucho imaginando lo que pasaría si empezaban a dar todos los demas coches de atrás empujoncitos a los de adelante. Que susto! Que mala soy.

 Estas cosas, claro, no pasan cuando vas en un barco, en avioneta o con una madre voladora como la mia...